Ibio-Cuebas de Altamira (1978)

Ibio formado en Santander capital (Cantabria) en 1977, liderados por el pianista “Mario Gómez Calderón”, en la misma línea de “Fussion”, influidos por las armonías progresivas y sinfónicas Londinenses, que en ese momento despuntaban con máxima energía. Grupo que después influirá enormemente a bandas como “Azahar” o los súper poderosos “Gotic” y sus notas Progresivas en bases de flauta transversal.

La banda desde el principio se unió al boom de la nueva ola del “Rock Vasco” alimentada por las constantes ondas anglosajonas, bajo el mítico sello “Xoxoa”, antes de ser absorbido por el imparable “Elkar”, sello promotor del creciente “Rock Radical” que ya acechaba en la esquina.

Formado por 4 jóvenes cantabros;

Mario Gómez; Teclados (Ex-Bloque).

Dioni Sobrado; Guitarra y violín (Ex-Bloque).

Ito Luna; Batería (Ex-Bloque, Ex-los Dixies).

Lily Alegría; Bajo y Voz (Ex-los Dixies).

Su música claramente con tintes autóctonos en su máximo rico acervo de cultura norteña, empezaron a modo de experimento, con sesiones en escenarios universitarios, tocando a modo “Jam” con un esquema previamente preparado, hasta que un día “Gonzalo Garcia Pelayo” se fija en ellos, y le da la oportunidad de grabar un Lp en su sello de “Movieplay-Gong”, así que, a finales de 1977, reestructuran sus creaciones que todavía estaban en modo “Borrador” para finalmente llevarlas al estudio.

A mediados de 1978, sale al mercado su primer Lp “Cuevas de Altamira”, tuvo un éxito moderado, pero lo bastante para tirar con el grupo para adelante. Pero por problemas internos se separaron, reuniéndose en ocasiones a modo de ocio.


Desde el primer momento no da la bienvenida con la pista “Cuevas de Altamira” haciendo alusión al titulo homónimo del Long play, donde se nota claramente su influencia a “Ekseption” en forma de “Rick van der Linden” en su certera epopeya musical, donde el sonido del Minimoog brilla en gran envergadura estética, algo para muchos un hecho reverente y para otros una forma fútil, establecida a modo de relleno.

Para recorrer el disco y acabar con la pista “La Baila de Ibio” en forma de Clásica-Oscura-Progresión donde el olor a memorias de carmesí relativo a “King Crimson” se introduce en mi mente en golpes de impulsos neuronales, destacando en secciones una “guitarra con sonido limpio” amenizada por ritmos de “Goliat” a doquier, cayendo a menudo en ese maravilloso estribillo que respeta mi auto intelecto.